Una piedra muy grande es un cuento del libro Sapo en Buenos Aires, del escritor Gustavo Roldán.
Esa tarde la lluvia caía y caía y un olor a tierra mojada llenaba el monte.
- ¡Eh, don Sapo! -gritó el piojo desde debajo de la panza del ñandú. -¡Aquí no nos moja la lluvia, que oportunidad para que nos cuente un cuento!
- ¡Un cuento de Buenos Aires, don Sapo, cuéntenos más de Buenos Aires!- Pidió la garza blanca.
- Eso, don Sapo - dijo el quirquincho-.¿Qué les gusta a aquellos que viven allá? ¿Tiene buena tierra? ¿Les gusta el olor de la tierra mojada?
- Son raros, no tienen tierra a mano, los pobres.
- ¿Cómo?
- ¿Qué no tienen tierra?
- ¡No puede ser, don Sapo!
- No nos haga bromas, don Sapo ¡Cómo no van a tener tierra!
- Ya les explico. Tienen que pensar que allá las cosas son diferentes.
- Sí, pero no puedo creer que no tengan tierra
- Y sin embargo es así. Todo es como una piedra muy grande y chata.
- ¿Una piedra muy grande?
- Sí. Tapa todo el suelo
- ¿Tienen el suelo forrado?
- Sí, pero en fondo se ve que la tierra les gusta, porque vuelta a vuelta la rompen y hacen grandes pozos y ahí, debajo de la piedra, tienen tierra
- ¿Y qué hacen con esa tierra?
- La sacan afuera, la tienen algunos días amontonada y después la vuelven a meter al pozo y la vuelven a tapar con la piedra
- ¿y siempre hacen eso?
- Todos los días. Cuando tapan un pozo se van un poco más allá y cavan otro diferente
-¿Y después lo tapan otra vez?
- Claro, pero otro poco más allá vuelven a cavar otro.
- ¿Y así toda la vida?
- Parece.
-¡Pero no tiene sentido, don Sapo!
- Mire m`hijo, no se apure a juzgar. Se ve que a ellos les gusta hacerlo, lo que yo les aseguro es que cavan y cavan y rompen las piedras todo el día.
- Bueno, don Sapo pero lo que no entiendo es porque no dejan toda esa tierra afuera del pozo y listo. La tiene a mano para toda la vida.
- Es que allá tienen muchas leyes y parece que la ley dice que tiene que ser así.
- Bueno, unos cavan y cavan y ¿qué hacen los otros?
- Se paran y miran dentro del pozo. Se paran y miran. Por eso digo que les gusta la tierra.
-¡Pobres! ¡Qué mala suerte tener esa piedra arriba! ¡El trabajo qué les cuesta!
- Y bueno, amigo piojo, son cosas de la vida. No a todos nos toca la suerte de vivir en el monte.